Las industrias SANDACH (Subproductos Animales No Destinados al Consumo Humano) son aquellas que gestionan materiales de origen animal que no cumplen con los requisitos para ser destinados a la alimentación humana. Estos subproductos se clasifican en tres categorías según su nivel de riesgo para la salud y el medio ambiente:
Categoría 1: Subproductos de origen animal que presentan un alto riesgo, como los cadáveres de animales infectados por enfermedades transmisibles a los humanos. Estos deben ser destruidos por procesos de termodestrucción en condiciones muy estrictas.
Categoría 2: Subproductos que pueden ser potencialmente peligrosos pero que no representan una amenaza inmediata, como animales muertos por causas no relacionadas con enfermedades. Estos pueden ser utilizados en la producción de biocombustibles o fertilizantes.
Categoría 3: Subproductos que no presentan riesgos significativos y pueden ser utilizados para la fabricación de piensos animales o en la producción de productos no destinados al consumo humano. Es la categoría a la que pertenecen los residuos gestionados en la planta de SERVCOR LOGISTICS S.L.U. en Doñinos de Salamanca.
Aunque estos subproductos no son aptos para el consumo humano, su procesamiento genera impactos potenciales en la salud y el medio ambiente si no se gestionan adecuadamente. La falta de control en la industria SANDACH puede resultar en contaminación ambiental, emisiones de contaminantes y la generación de malos olores y ruidos molestos, problemas que se evidencian con fuerza en las plantas de transformación que operan sin cumplir con las normativas.
Desde su inauguración en 2000, la planta de SERVCOR LOGISTICS S.L.U. (antes Fernando Corral e Hijos) en Doñinos de Salamanca, dedicada al tratamiento de subproductos animales de Categoría 3, ha causado molestias continuas a los residentes de Villamayor, Doñinos de Salamanca y otras localidades cercanas. Los principales problemas que afectan a la comunidad incluyen malos olores, ruidos excesivos, vertidos al río Tormes y emisiones de contaminantes como dióxido de azufre (SO2) y compuestos orgánicos volátiles (COV). Estos problemas no solo han deteriorado la calidad de vida de los vecinos, sino que también han planteado riesgos para la salud pública, sobre todo en niños y personas mayores.
La planta ha sido objeto de numerosas denuncias por su mal funcionamiento. Los malos olores provienen del mal estado de los termodestructores, que son responsables de tratar la grasa animal y otros residuos, pero que operan de manera deficiente. Además, las mediciones de emisiones no se han cumplido adecuadamente, lo que ha permitido que los niveles de dióxido de azufre superen los límites legales. En 2014, un informe evidenció que los niveles de SO2 emitidos por la planta eran hasta cuatro veces superiores a los permitidos por la normativa. Las inspecciones realizadas en 2022 también señalaron vertidos ilegales al río Tormes y la falta de un adecuado control de las emisiones atmosféricas.
Además de los problemas ambientales y de salud, el tráfico generado por la planta ha sido otro foco de malestar para los vecinos. Los camiones que transportan los subproductos animales hacia y desde la planta pasan por caminos y carreteras locales, lo que genera ruidos adicionales y un mayor desgaste de las infraestructuras. El peso de los camiones y el volumen de tráfico asociado al transporte de estos productos ha dañado las vías públicas de las zonas afectadas, generando baches, fisuras en el asfalto y un deterioro general de las infraestructuras. Esto, a su vez, provoca un mayor riesgo de accidentes y reduce la seguridad de los residentes.
Además, el tráfico pesado aumenta la contaminación acústica y contribuye a la desgaste de los caminos rurales, lo que agrava aún más la calidad de vida de los habitantes de la zona.
A pesar de las numerosas denuncias y quejas de los vecinos, las autoridades locales y regionales no han tomado medidas eficaces. La planta, hoy en día de SERVCOR LOGISTICS S.L.U., ha incumplido de manera reiterada con los estándares de control de emisiones y gestión de residuos. Las sanciones impuestas por los organismos correspondientes han sido insuficientes para mitigar los efectos negativos de la planta.
En 2022, un informe de inspección reveló que la planta seguía sin cumplir con las normativas ambientales, lo que resultó en el empeoramiento de los problemas de contaminación en un paraíso natural de gran importancia ecológica. El aumento de la contaminación odorífera y la persistencia de los problemas en las infraestructuras locales muestran la falta de responsabilidad por parte de las autoridades competentes.
Los vecinos de Villamayor, Doñinos de Salamanca y otras localidades continúan luchando por una solución efectiva a estos problemas. Desde la plataforma Cuidamos Villamayor, se exige una intervención más firme de las autoridades, que puede incluir el cierre de la planta o la implementación de tecnologías de control de emisiones más eficaces. Además, es necesario tomar medidas para mitigar el impacto del tráfico y garantizar la seguridad vial en las infraestructuras locales.
La plataforma ha promovido acciones colectivas para movilizar a la comunidad, exigir un control más riguroso de la planta y mejorar las infraestructuras de la zona. Creemos que solo mediante la unión de los vecinos, asociaciones, autoridades locales y plataformas de protección ambiental se podrá lograr un entorno libre de contaminación que beneficie a todos los habitantes de Salamanca y su alfoz.
En resumen, la situación en Villamayor refleja la necesidad urgente de un mejor control y regulación de las industrias SANDACH. El tratamiento adecuado de los subproductos animales no solo debe cumplir con las normativas ambientales, sino que también debe tener en cuenta los impactos del tráfico y las infraestructuras locales para asegurar una calidad de vida adecuada para los residentes de la región. La intervención eficaz de las autoridades y la responsabilidad empresarial son clave para garantizar un entorno saludable y sostenible para todos.